Noé [Noah, 2014] – ★

Vacaciones en el Mar

Hay que tenerlos muy bien puestos para marcarse un trolleo de escala bíblica llevado hasta estas últimas consecuencias como el que se ha marcado Darren Aronofsky con Noé (Noah, 2014) su adaptación “personal” del relato bíblico del arca más famoso del mundo tras el que buscó y encontró Indiana Jones. Y digo esto porque a “Noé” es imposible tomarla en serio, es una de las mayores chuflas y tomaduras de pelo que se ha hecho en tiempo, tanto que me recuerda a cualquier producción de Asylum, a una película chunga del canal Syfy de tiburones que vuelan por los aires o cocodrilos mutados con dinosaurios. “Noé” es épica, pero por el grandísimo cachondeo y chorreo que se pegan a costa de la Biblia.


Me encuentro un poco sin saber dar una valoración de la cinta y esta es la segunda vez que me ocurre con el cine de Darren Aronofsky, me sucedió con “La fuente de la vida” (The fountain, 2006) y me sucede ahora. En aquella fue porque era tan atractiva e hipnótica que a pesar de ser una ida de olla me tuvo fascinado y confundido. Ahora es porque “Noé” es realmente mala y sin embargo me estuve riendo y entretenido durante las dos horas y cuarto (que ya está bien para contarnos una historia que todos sabemos) que dura la cinta, y eso es difícil de lograr, pero no quería que terminara simplemente para descubrir otro momentazo que me hiciera soltar otra carcajada.


Y no lo digo porque sea un ultrarreligioso que me rasgue las vestiduras porque han tocado algo sagrado (eso me da bastante igual), ni porque eso que toca esté bañado de más ciencia ficción (a ver si hacer que una pareja de cada de animales se reúna en un barco para aguantar el apocalipsis no es poca ciencia ficción) sino porque los giros, interpretaciones y situaciones están tan forzadas y de manera tan surrealista que en lugar de la película de un verdadero genio que casi roza la nominación al Oscar con El Cisne Negro y El Luchador, parece Roland Emmerich volviendo a hacer otra de las suyas.


A partir de aquí spoilers del argumento. Salta al final si no quieres leerlo.
El argumento gira en torno a Noé, y arranca con el protagonista de niño con su padre que está a punto de ser tocado por el mismo con el dedo tras ponerse una piel de serpiente que, presuponemos y nos creemos, que viene de la serpiente del “pecado original”. El caso es que llega uno de los malos (facilmente identificable porque es feo y va de negro) y le mata. Con lo que se nos cuenta que la Tierra está corrupta por el pecado de los hombres. 
A todo esto se nos dice que desde que se originó la raza humana, hubo una serie de Ángeles caídos que se convirtieron en monstruos de piedra (sí, como lo oyes) y ayudaron a los humanos a construir civilizaciones antes de que los humanos les traicionaran. 

El caso es que con el tiempo Noé ya convertido en Russell Crowe tiene una pesadilla que en realidad es Dios hablándole (cágate lorito) y decide ir a visitar a su abuelo cual Caperucita por el bosque. Por el camino huye de los humanos porque son malos y feos, rescata a una niña y se adentran en una playa de Tenerife (por eso de la arena negra) donde se reconcilia con las piedras gigantes habladoras que le llevan hasta su abuelo que se ha convertido en una parodia mala de lo que antes era Anthony Hopkins.


El abuelo vive ahí todo colocado en la montaña y tras dormir al nieto en un momentazo que me provocó una gran carcajada (ojito al momento ¿tienes arándonos?) le da a Noé un té drogado que le hace ver a Dios y entender su destino. A Dios no, al “Creador” que la película se cuida y mucho de no nombrar a Dios en ningún momento.


La niña le pide a Russell Crowe que le cante y yo me vuelvo a descoronar porque esa niña es una insensata ¡Es que no has visto Los Miserables! ¡No le pidas jamás a Russell Crowe que cante!

En este punto yo ya comprendí que todo esto era un cachondeo enorme, una película que nace de una apuesta de Aronofsky con sus amigos frente a un par de pintas y una bolsa de patatas en un bar cualquiera al estilo “¿A qué no tienes cojones de poner monstruos de piedra enorme?” 


Sigo relatando, entonces Noé se lleva una semilla del edén original y se planta uno en medio de la nada para empezar a construir el Arca con ayuda de nuestros amigos los monstruos de piedra. Y es que si en 10.000 AC eran los Mamuts los que construían las pirámides, aquí son los piedrasaurius los que hacen el arca.


Nos vamos al futuro para ver a la niña ya convertida en Emma Watson y besuqueándose con uno de los hermanos, el mayor. El mediano prefiere ser más independiente y se encuentra solo. El pequeño no le interesa a nadie, es solo atrezzo para la madre, como complemento de moda.


Como era de esperar llegan los humanos (feos, con harapos negros) y le dicen a Noé que está loco por hacer ese arca y que es una tontería mientras consideran que un bicho de piedra de 4 metros que habla y trabaja como el mejor esclavo de 12 años de esclavitud es lo más normal del mundo.


Llegan los animales, por parejas, eso se respeta, y los humanos acampan preparando el ataque al  Arca. En esto momento empiezan a raptar a las mujeres y a matarse entre ellos. No me queda muy claro porqué.


El mediano de los hermanos se da cuenta que si se acaba el mundo y solo quedan dos mujeres, una la amante de su hermano y la otra su madre, o se da al incesto, o viola a su cuñada o se pasa hasta el fin de los días matándose a pajas, así que se va al campamento humano a ligar.


En una fosa conoce a una chica y con una facilidad pasmosa (unas migas de las sobras de la magdalena del desayuno) se liga a la chica y se enamora.
Emma Watson se va a dar un paseo al bosque (con la que está cayendo) y ¡atención! ¡¡se encuentra al abuelo buscando moras!! me da un ataque de risa brutal ante semejante despropósito. El abuelo le hace vudú y la chica se pone cachonda perdida y se zumba al novio.

Así, sin estar casada ni nada.


Al fin llega el diluvio y todo se vuelve épico, los humanos atacan en plan El señor de los Anillos y los hombres roca defienden el arca. hasta que van muriendo y explotando y subiendo cielo. Esa no la vi venir.


Cuando están apunto de tomar el arca el diluvio se vuelve tsunami y salen géiseres y demás. Que ya podía Dios haberlo hecho antes, perdón, El Creador.


El malo de la película consigue colarse en el arca y van pasando los días hasta que Emma Watson se pone mala, va a la madre y esta le hace un predictor para descubrir que está embarazada. Nuevas carcajadas en el arca. 


Mientras Noé relata el génesis como si lo hubiese escrito él mismo con trucos de magia y apagando las luces y todo muy efectista. Nos volvemos a reír.


Noé en un ataque machista dice que si es chico se lo quedan y si es niña se la carga porque quiere acabar con la raza humana. Planean huir en una balsa, Noé se vuelve tarumba y frustra sus planes y entonces llega el parto que parece que lo hace de pie y como pelotas de Ping Pong da a luz a dos chicas. La platea se parte de risa en el momento del parto por lo mal realizada que está, por las frases de diálogo y por todo lo demás.


Todo el mundo se vuelve loco y trata de matar a Noé para al final no hacerlo, éste va a matar a las niñas pero no puede. Llega la paloma con la rama de olivo (aquí yo ya esperaba un halcón milenario con un trozo de paja o algo así) y llegan a una isla.


Por desgracia de todos no hay humo negro, Noé está hasta la polla de todo y se da a la bebida convertido en homeless y desnudo. El cine aplaude al cachondeo.


El niño mediano se va, vete a saber dónde porque no hay nada por ningún lado, porque dice que no pinta nada. El mayor cría a las niñas y el pequeño sigue de atrezzo, imaginamos que para violar a sus sobrinas y poder continuar la raza humana aunque no lo dejan claro.


Emma Watson da un sermón a Noé, éste saca la piel de serpiente y hace magia a las niñas, se abre el cielo y nos dice que Dios es gay y pinta un arco iris y entre júbilos y alegría por la comedia que acabamos de ver termina la cinta.


FIN DEL SPOILER


Madre del amor hermoso.


He relatado toda la cinta para que veáis a lo que me refiero, esto no puede ir en serio.


Noé es un descalabro bíblico, un naufragio a escala mundial, un chaparrón del que no se salva ni Dios, un diluvio en el que se ahoga todo el mundo… y podría seguir. Está todo realizado con una factura técnica impecable, una gran banda sonora, unos pelucones de infarto y un vestuario imposible, pero ¿de qué sirve cuando las situaciones están mal resueltas, las interpretaciones rozan el absurdo y el guión parece realizado por unos fumetas hasta arriba de éxtasis? 


A su favor está que todo es tan surrealista y malo que hacía tiempo que no me reía así, sus “rizando el rizo” me recordaban a esa joya del humor involuntario que era la serie de “El Barco” y llega un punto en que hasta no me hubiese sorprendido que al final todo fuese un sueño de Antonio Resines. 


Noé es ridícula hasta el extremo, es imposible tomarla en serio y como comedia involuntaria es ideal para una tarde con los amigos de risas y cachondeo. Ahora bien, como la película magnífica que podía haber sido dados los medios, el elenco y sobre todo su director, Noé es un fracaso artístico de primer orden del que le costará redimirse. 

Lo mejor: Que me lo pasé como un enano riéndome sin parar

Lo peor: es una tomadura de pelo

Valoración: 2/10 por las risas más que nada

The Normal Heart [2014] – ★★★★

Latimos al ritmo de un mismo corazón

Algo está sucediendo en la televisión que es difícil de explicar, parece que ahora tenemos en Estados Unidos telefilmes de una calidad tan extraordinaria que uno no entiende porque no son estrenadas en salas comerciales porque arrasarían en premios y nominaciones . El año pasado sucedió con “Behind the Candelabra”, ojo que esta si fue estrenada en salas comerciales en Inglaterra, y este año sucede con otra producción de un exquisito gusto, valor narrativo y portentísimas e inspiradas interpretaciones por parte de su reparto. Un grandísimo placer cinematográfico en formato televisivo llamado “The Normal heart” (The normal Heart, Ryan Murphy, 2014).


La película cuenta la historia del arranque de la enfermedad llamada SIDA proveniente de la infección del virus VIH que arrasó con fuerza en los comienzos de los 80 ante el desconocimiento general de las autoridades sanitarias, políticas y la opinión pública y que parecía solo afectar a la comunidad homosexual sin que nadie supiese cómo se contagiaban o qué hacer ante una epidemia denominada como el “cáncer gay”.


Para desarrollar la historia se basa en las experiencias de Larry Kramer (guionista de la cinta y de la obra ganadora del premio Tony) y cómo se trata de agitar los árboles gubernamentales esperando que caiga algo de ayuda, respuestas, soluciones, investigación… mientras la plaga se extendía, la gente continuaba muriendo y el tema gay se encerraba más en un tabú apabullante.


Todo eso está tratado con mucho tacto, acierto, el tono preciso y un gran sentido del ritmo por Ryan Murphy director televisivo y creador de series como Glee, Nip/Tuck o American Horror Story que no ha sabido traspasar su talento al ámbito cinematográfico dando dos películas tan irregulares y fallidas como “Come, Reza, Ama” y “Recortes de mi vida”. Aquí controla bien los elementos y sabe restar el ámbito teatral del que proviene la cinta otorgando dinamismo y dejando a los actores hacer lo que mejor saben: interpretar.

Y es que lo más fascinante de la película son las maravillosas interpretaciones que se convertirán en un imán de premios importantes. El protagonista es Mark Ruffalo, que otorga una impecable mirada, solidez, fuerza, ternura y emotividad en la que es sin problemas su mejor y más creíble interpretación hasta la fecha. Julia Roberts ejerce de doctora/investigadora afectada por lo acontecido y nos hace pensar que está en la buena dirección de proyectos tras su magistral interpretación en “Agosto”. El otro en acción dentro del trío protagonista es Matt Bomer de la serie White collar que se lleva el papel más agradecido de cara al gro público con transformación física incluida. Los tres están sublimes, es posible que por las características del papel Bomer sea el que roba la función, pero obviar a cualquiera de ellos en cualquier reseña sería no ser justo.

Junto a ellos una gama de secundarios televisivos rodea la función como Jim Parsons haciendo de Jim Parsons o un Taylor Kistch difícil de identificar por su diferente estilo capilar. No existe una simple nota discordante en el reparto.


Tan solo tuve dos pequeños problemas con la cinta que me hacen rebajarla de sobresaliente a notable. El primero de ellos son ciertos trucos que se permiten para hacerte querer más a los protagonistas y ver las adversidades que están sufriendo y la marginación. La escena del piloto del avión y sobre todo de la televisión y el técnico de reparaciones es muy tramposa haciendo ver como malo a una persona que no lo es. Estamos hablando de una enfermedad muy contagiosa que no se sabía cómo se transmitía y que mataba a personas en un breve periodo de tiempo otorgando además esas marcas violáceas que hacía que los infectados fueran fácilmente identificables. 


Ahora es muy fácil, a toro pasado y conociendo cómo se transmite el virus, es muy sencillo criticar a las personas que no querían estar alrededor de los infectados, pero hay que saber ver la perspectiva y atinar con la cámara y la historia para no juzgar a gente que estaba tan perdida y desconcertada y con tanto miedo como el resto.


El otro es que al final a Murphy se le ve el plumero, la cinta juega con dos historia el objetivo sobre cómo sucedió la lucha política y el drama humano y romántico de la historia que ejemplifica y humaniza toda esa historia y nos hace emocionarnos. El balance es realmente grandioso durante casi toda la cinta pero al final se pierde la mano en una orgía melodramática que funciona muy bien pero que hace que se olviden de otras historias paralelas que no tienen los flecos cortados como la historia de Julia Roberts que nunca sabemos realmente que sucedió.


Aún así el resultado es muy notable y estamos hablando de una de las mejores películas del año, muy recomendable, muy bien realizado, con interpretaciones brillante y que merece el visionado inmediato. Un pedazo de historia reciente bien narrado y ejecutado, con sorpresas gratificantes tras la cámara (esa escena en el estudio televisivo utilizando filtros y grafismos ochentenos) y delante de ella que se verán reflejadas en numerosas nominaciones a premios. Apuntad mis palabras.


Valoración: 8/10


Lo mejor: Interpretaciones y el tono y ritmo


Lo peor:
 El descuido a los secundarios y tramas paralelas en el tercio final.

BAJO LA MISMA ESTRELLA [2014]- ★★★ 1/2

Amor Enfermizo

Podría haber muchas aproximaciones a una historia de amor entre una chica con cáncer que lleva toda la vida en estado terminal y un chico con la misma enfermedad pero en remisión. Aquí tenemos la más adolescente, la más “cheesy”, empalagosa y comercial. Eso no tiene que ser necesariamente malo, únicamente hay que saber verlo como lo que es, y eso es una cinta de romance creada para adolescentes de entre 12 y 17 años o gente que disfrute llorando como una magdalena. El libro lo era, la cinta lo sabe llevar perfectamente a la pantalla. 


En Bajo la misma estrella (The fault in our stars, 2014), conocemos a Hazel Grace, una joven que lleva prácticamente toda la vida como enferma terminal de cáncer. Su madre le obliga a salir de su cascarón de libros y cinismo y conoce en el grupo de apoyo a Gus, el chico popular al que el cáncer le truncó su carrera como jugador de baloncesto; juntos van forjando una amistad que se desarrolla en una historia de amor cocida a fuego lento y con la tragedia como telón de fondo.


El libro tenía un arranque poderoso lleno de un humor cargado de cinismo e ironía y cuando llegaba la historia de amor todo se volvía ligeramente convencional y adolescente antes de un final poderoso que me hizo girar la páginas de casi medio libro en una noche entera. La novela era un best-seller comercial para adolescentes que no tenía gran calidad, y sí conteníacada elemento para hacerte llorar y se esforzaba en ello, pero funcionaba y resultaba agradable de leer. Como un inspirado capítulo de Anatomía de Grey.


La cinta es lo mismo, podía tener más nervio, más humor y más cinismo hacia la vida real y menos momentos lacrimógenos, pero entonces sería otra película diferente y ésta es la que hay y no la que queremos que sea. Y seamos sinceros esta es la película que su target específico quiere ver y no la que un crítico académico desearía. Así que hay que saber verla en su contexto, en su entorno y apreciarla y quererla por ello. Es un filme adolescente que nunca pretende disfrazarse de otra cosa.


Como actriz principal y alma máter tenemos a Shailene Woodley, la actriz que nos conquistó en Los descendientes y que lleva aspiraciones de ser la nueva Jennifer Lawrence en un año con dos importantes éxitos (ésta junto a divergente) y que sabe inflar de vida a Hazel Grace, sabe dar a cada frase la credibilidad necesaria y consigue llevar todo el peso de la película perfectamente. 


Su pareja en la ficción, Gus, está interpretada por Ansel Elgort que muestra ciertas carencias interpretativas. Seguramente su aire de chico bueno con aspecto chulesco fulmine a las adolescentes pero me costó muchísimo entender y respetar su interpretación y falta de carisma, sobre todo en la primera parte de la cinta. 


Como secundarios tenemos también a Nat Wolff como Isaac, un personaje que en el libro me pareció ligeramente desdibujado y que el actor no consigue dar con él. En muchas escenas me parecía que se estaba como riendo, e incluso en sus momentos lacrimógenos no sabía dar con el tono y la convicción. Ambos actores me irritaron en bastante momentos y me hacen rebajar la nota final de la película.


La que sí que lo borda es Laura Dern que consigue construir un personaje que en el libro está casi de adorno y que ofrece una construcción admirable. Laura Dern está perfecta en cada una de sus frases y momentos sabiendo dar completamente en el clavo en todo momento. Ella y Shailene Woodley son el alma, la magia y la simplicidad de la cinta.


Willem Dafoe como el escritor Van Houten también demuestra que sabe lo que quiere y que lleva años haciendo esto. Hace lo que puede en su escaso tiempo en pantalla, pero lo hace francamente bien.


Todo ello está adornado con una dirección muy adecuada, ideas y grafismos modernos y una dirección artística y fotografía luminosa y en muchos momentos cargada de magia y que te hace sonreír como un idiota pensando que eso es bonito y tierno, gracias a una selección de canciones de pop muy avanillado y una bada sonora que sabe subrayar cada emoción y transportarte (y manipularte) a través de los sentimientos.
En comparación con el libro, han sabido hacer un gran guión y descartar las cosas que realmente aportaban bastante poco a la narración (la amiga de Hazel, la ex de Gus, todo lo relacionado a videojuegos o el libro de guerra que él lee) en pro de las buenas ideas del mismo (la granada, el miedo a morir por no herir a los que te quieren). Ambos se defienden bien como best seller juvenil y como película adolescente, saben moverse bien en sus aguas y mostrar argumentos sólidos para gustar a su público objetivo.


En resumen, Bajo la misma estrella es una cinta adolescente con todo lo que ello conlleva, pero es una bien hecha con rasgos de talento y buenas ideas que, aunque sea una lástima que no estén más y mejor desarrolladas, siempre son un placer encontrar en las cintas. Bajo la misma estrella es dulce, tierna, fresca, llena de calidez y luminosidad sobre un tema que podría haber sido un desastre. Es cierto que es manipuladora en las emociones pero sabe tocar las teclas del piano correctamente para que la melodía funcione.


Valoración: 7/10


Lo mejor: Las actrices


Lo peor: Los actores

Lucy [Lucy, 2014] – ★★★

Cómo perder la cabeza por un USB

Parece que con los años hemos dejado de tener películas en verano ligeras -que no insustanciales- con las que pasar un buen rato en un metraje ajustado y con una historia digna de ser contada sin dobleces, oscuridades, dilemas morales o dramas internos.


Hasta este verano en el que parece que la industria se halado cuenta de esto y nos ha regalado buenos productos como Al filo del Mañana, Guardianes de la galaxia y éste que nos ocupa, Lucy, que puede que no sea la joya de la corona o no esté a la altura de las otras dos cintas de las que hablo, pero entretiene que da gusto.


Y es que Lucy es una película amena, ligera, fascinantemente loca, alucinante en su estupidez y que encuentra en su forma de no tomarse en serio y en ir un poco más allá con otra tontería su razón de ser.


Lucy arranca con un montaje excelente, intercalando el presente, el pasado y escenas de un documental de naturaleza mientras nos narran cómo la protagonista se ve arrastrada sin querer a tener que ejercer de mula y transportar en su cuerpo una sustancia. Éste arranque está magistralmente narrado con un toque fresco y original.


Tras una paliza la droga pasa a su sistema en una escena trepidante, alucinante y disfrutable como pocas y en lugar de acabar con ella le convierte en una super heroína capaz de utilizar el 100% de su cerebro que no es más que una excusa para ver a la protagonista haciendo cosas imposibles y super guays.


Las correlaciones con un cómic de super héroes son más que claras y evidentes, llámalo picadura de araña, exposición a rayos nucleares o experimento científico fallido, es sólo un detonante que haga la cinta avanzar para acabar con los vilanos.


En este caso los villanos son aquellos que han querido utilizar a la protagonista de mula y emprenderá un camino de venganza a la vez que va contando cuánta capacidad cerebral va alcanzado (50, 60, 70%…) con la duda de qué sucederá cuando llegué al 100%. 


Para ello le ayuda un científico interpretado por Morgan Freeman, haciendo de Morgan Freeman con cara de Morgan Freeman. Este actor lleva haciendo el mismo papel durante 10 años.


Pero lo mejor de la cinta es su facilidad para perder el norte. Porque sí. Su capacidad de enlazar escenas sin sentido (¿Qué coño le sucede en el avión?) y aún así seguir resultando creíble como en esa maravillosa escena de Lucy llamando a su madre antes de perder el sentido de su propio yo y despojarse de todo rastro de humanidad.


El cuerpo y forma de Lucy es el de una espléndida Scarlett Johansson que, ahora sí, sabe llevar el 100% del peso de la cinta a sus espaldas y aguanta con muchísima solvencia el protagonismo. Reconvertida en herían de acción por obra y gracia de Marvel parece que la Neoyorquina va encauzando, por fin, su carrera.


Pero si hay algo remarcable es la buena mano de Luc Besson tras la cámara para crear escenas bellas que se quedan en la memoria aún cuando las luces de la sala se encienden. En realidad Lucy no es nada que no hayamos visto ya antes (hasta hay una película de Bradley Cooper con misma temática), pero la forma de mostrarlo tan adrenalítica y cautivadora es lo que la diferencia, y sí se entrega a la audiencia en escenas absurdas porque sí como la persecución de coches por las calles de Paris porque parece que tiene que haber una, pero hay una manera de hacer original algo que en otras manos hubiese sido rutinario y aburrido.


En resumen, Lucy da lo que se le pide y eso es un entretenimiento bien realizado y ejecutado, cargado de idioteces pero con un aire de liviandad excelente. No hay más, tampoco hay menos, y si te dejas llevar por sus delirios puedes dar con unos minutos de entretenimiento saludable.


Lo mejor: El arranque y el montaje
Lo peor: Va perdiendo el Norte de manera acelerada hasta rozar el ridículo. 


Lo peor: Va perdiendo el Norte de manera acelerada hasta rozar el ridículo. 

Valoración: 6/10

El Francotirador (American Sniper, 2014) – ★★

Los puntos ciegos de la moralidad occidental

Algunas películas trascienden la pantalla porque llegan en el momento justo en el que la sociedad está pidiendo algo concreto y se convierten en un emblema del reflejo de la sociedad hoy en día. 


American Sniper ha logrado el mejor estreno en Enero de la historia, segundo mejor mantenimiento de la historia en un film no franquicia do (únicamente por detrás de Avatar), mejor estreno de Clint Eastwood en toda su carrera en Estados Unidos, Reino Unido, Taiwan, Nueva Zelanda, Italia y Perú, seis nominaciones a los Oscar… Y todo esto cuando el consenso general era que las películas ambientadas en la guerra de Irak eran veneno puro para la taquilla. Recuerden que “En tierra hostil” (The Hurt Locker), la oscarizada cinta de Kathryn Bigelow recaudó 17 millones de dólares en USA (la menor recaudación de la historia de las ganadoras al premio de la Academia a mejor película). American Sniper está en su segunda semana rozando los 200 millones de dólares en taquilla.

¿Es realmente tan buena?

La respuesta es no. American Sniper es un film muy correcto y muy conseguido en muchos aspectos (el tratamiento del peso de la guerra en el hombre, la soberbia actuación de Bradley Cooper…), pero su mayor factor es la celebración de un hombre cuyo talento es disparar a matar a gente cuando no están mirando y que además disfruta de su trabajo.


No hay arco moral en la cinta, no hay remordimientos sobre si matar es necesario o hay alguna culpa en el acto de hacerlo. La cinta prácticamente abre con uno de esos discursos en la mesa de un padre a sus hijos que tanto le gusta a Clint Eastwood “en la vida hay corderos, lobos y los que defienden a los corderos de los lobos: los perros pastores”. La historia que trata Eastwood de vender es la de un hombre que se convierte en ese perro pastor defendiendo a su país de los que tratan de invadirlo. El prisma real es otro, los Iraquíes están tratando de defender su suelo mientras los americanos arrasan con él.


El verdadero Chris Kyle, el protagonista de la cinta, escribía en sus memorias que a él no le importaban “una mierda los Iraquíes” y no deja de referirse a ellos como “salvajes”. “Tras la primera muerte, las demás vienen fácilmente (…) no tengo que prepararme mentalmente para ello. Miro por el telescopio, pongo a mi objetivo en la cruceta y mato a mi enemigo antes de que mate a uno de los míos.” Él resumía el sentido de la guerra en esa frase, con lo cual cualquier sentimiento de raciocinio impuesto por la cinta queda empañado por el patriótico.


Y aquí es donde la película entra en terreno peligroso fuera de los Estados Unidos, donde somos mucho más abiertos a ofrecernos a una lectura del tablero mundial. Durante una década los EEUU han condenado la vulneración de los derechos humanos en Cuba mientras mantenían abierta una sede en Guantánamo que los violaba abiertamente. Los americanos gustan y disfrutan de mirar únicamente donde les interesa y donde ellos son los heroes, y por eso American Sniper está convirtiéndose en un fenómeno ya que provee un héroe de celuloide que está encargado no de satirizar y preguntarse acerca del Islam sino de matar musulmanes. “Mata cada hombre que veas. Ese no era el lenguaje oficial, pero sí la idea” escribía Chris Kyle en su libro biográfico.


Escribía George Orwell en su obra Notes on Nacionalism que “Los nacionalistas no solo no desaprueban las atrocidades cometidas por su bando sino que tienen una capacidad remarcable para ni siquiera escucharlas. Si esos hechos eran reprobables o si tan siquiera ocurrieron fueron siempre decididos por predilecciones políticas.” 


La controversia que más me interesa llega al descubrir que desde el estreno de la cinta las amenazas a Árabes y musulmanes en América se han triplicado. Radicalizando nuestras opiniones acerca de una comunidad (que mayoritariamente condena por activa y por pasiva cada ataque terrorista) no hace más que radicalizar las opiniones de dicha comunidad, arrastrando a los indefensos a buscar consuelo donde lo encuentran, y si occidente liderado por una doctrina de odio hacia su pueblo no les escucha se moverán en busca de otro refuerzo de opiniones y convicciones.


El arte últimamente se está utilizando como instrumento de poder social y más recientemente como un poder de ofensa política en lugar de convivencia y normalización. Los ejemplos los tenemos recientes: The interview ha desatado iras entre naciones enfrentadas, Charlie Hebdo ha hecho correr ríos de sangre… Tanto de un bando como de otro, se está utilizando el poder de la creación para ejercer una provocación incendiaria que no conlleva a nada bueno salvo a la falta de expiación y autoculpa.


Eastwood despliega sus armas cinematográficas para conseguir este efecto: los Iraquíes nunca son tratados como personajes en la cinta sino como fondo amenazante, ninguno tiene personalidad, tan solo son objetivos. Todos ellos mueren al primer disparo. Los americanos agonizan en escena con borbotones de sangre para que veamos la crueldad y el desgarro. Y en el único momento que un Iraquí sufre es a manos de la crueldad de su propio pueblo.Kyle, el verdadero Kyle, era un trabajador de clase media que perdió la dirección de su vida cuando vio gente con la que se identificaba siendo asesinada en otras partes del mundo (según la película en los atentados de Kenya y Tanzania contra la embajada americana) y decidió alistarse para asesinarles de vuelta.

¿Les suena familiar?

“Yo no veo el gris. Si tengo que ordenar mis prioridades serían Dios, mi país y mi familia” (1) escribía Kyle. De todas las luces, Kyle era tan Jihadi en uniforme como su enemigo Mustafa lo es en ropa árabe. La cinta provoca el aplauso cuando uno vence al otro. Desde mi pantalla, ambos resultamos igual de perdedores. Y viendo la cinta parece que estamos regresando a aquellas cintas propagandísticas de la Rusia de Lenin. ¿Es eso a lo que nos encaminamos?

(1) extractos recogidos del artículo http://www.theguardian.com/commentisfree/2015/jan/26/america-morality-blind-spots-guantanamo-bay-king-abdullah-hypocrisy-civilisation de Gary Younge

Selma (Ava DuVernay, 2014) – ★★★★1/2

Nuestras vidas no están completas si no estas dispuesto a vivir y a morir por lo que creemos

En 1965 (prácticamente antes de ayer) tras la muerte de cuatro niñas inocentes en el Sur de Estados Unidos, se juntaron dos aspiraciones: la lucha por un voto igualitario sin miedo y el Nobel de la Paz para uno de los mayores y más influyentes hombres de la historia: Martin Luther King Jr.

De esta conjunción sale la marcha pacífica que hizo cambiar la historia de un país y condujo al presidente de Estados Unidos Johnson a cambiar la ley de voto.

Lo que ha hecho Ava DuVernay con esa historia verídica es convertirla en una película intensa, emotiva, emocionante, informativa y necesaria: Selma.

Y es que la mayor virtud de la directora con su poderío visual y su inquebrantable guión es un poder expositivo ejemplar, una concreción de la narración apabullante y una documentación precisa sin alzamientos dramáticos o argumentos populistas. 

En Selma no hay un ensalzamiento del héroe, no pintan a los buenos como muy buenos y a los malos como antagonistas, les muestran como seres humanos que van aprendiendo sobre la marcha, que tienen que manejar todas las esferas de la vida (familia, opinión pública, debate…), tampoco hay un afán de victimizar a las víctimas o de hacerte sentir culpable, no hay lecciones que aprender, únicamente personas que muestran fisuras y dudas en sus acciones pero que buscan en el fondo de sus corazones para intentar hallar la línea del bien y el mal, de lo correcto y de lo incorrecto.

Con la ayuda de una banda sonora elegante, de un montaje clásico pero intenso, de una documentación y unos efectos que te recuerdan que lo que ves son hombres y mujeres que tratan de luchar por lo que consideran correcto y unas interpretaciones perfectas (David Oyelowo hace suyo un papel complicadísimo y Tom Wilkinson demuestra porque es un grande casi sin despeinarse) la película se convierte en una obra de arte inspiracional que te hace reflexionar sobre el poder de la voluntad humana y de la solidaridad bien entendida.

Y es que el tono de Selma es su gran virtud, no es un drama que pretendas que sufras, el drama existe y está latente (perfectas las conversaciones de Luther King con su esposa y esa amenaza constante de la muerte como mieda a seguir alzando la voz), Selma es un film que quiere que conozcas qué sucedió y cómo a través de una marcha física se consiguió cambiar la historia, pero que la verdadera marcha y movimiento se producía en el interior de los ciudadanos. 

Selma consigue todo eso y más, logra contarte una gran historia absolutamente necesaria y muy desconocida para entender cómo hemos llegado a este punto y que la lucha no ha terminado, y es que cuando la película realiza su último fundido a negro la sensación que queda es que Selma no es sólo una de las mejores películas del año sino que debería ser de obligado visionado. Una obra de arte cinematográfica y expositiva. Un placer.

Lo mejor: Lo bien contada que está

Lo peor: Que parece que nos resulta lejana


Valoración: 9/10