La ciencia ficción lleva años dando ligeros tumbos adormilada en una factura técnica impresionante pero carente de una historia que de verdad te haga agarrarte a la butaca y disfrutar de un verdadero espectáculo.
En los últimos años, y sin querer recurrir a internet, me vienen pocos ejemplos a la memoria. Entre ellos la pieza angular y de eje que fue Matrix y una de las mejores películas del Spielberg más palomitero llamada Minority Report. Y es que el efecto 2001: Una odisea en el espacio ha querido siempre que cualquier aspirante al género quisiese siempre llevar su propuesta más allá y rozar lo trascendental. No hay más que ver cómo los creadores de Matrix llevaron su propuesto al ridículo filo-religioso en sus secuelas. Y en la actualidad ninguna fórmula de género ha dado un producto realmente satisfactorio salvo algún ejemplo puntual como la excitante y brillante Moon.
Y así nos acercamos a un nuevo producto Blockbuster con ansias de pedigree de la mano de aquel director que nos extasió hasta el aburrimiento en Tron: Legacy y que recluta a una de las mayores super estrellas del cine mundial para tratar de configurar una grandísima propuesta titulada Oblivion y que pese a su pulcra corrección se queda en eso, en una propuesta correcta, fascinante visualmente y con momentos verdaderamente entretenidos pero que cuando se acaban las palomitas y empiezas a ver realmente el carisma cinematográfico todo se queda en nada.
En Oblivion Tom Cruise vive en una tierra futura, desolada tras la guerra y rodeado de unas máquinas empeñadas en matarle. Junto a él su esposa con la que conforma el equipo perfecto y viven como Wall-e y Eva solo que con muchos más lujos y menos carisma. En esta tierra desolada algo anda mal, el bueno de Tom tiene pesadillas con recuerdos que no han existido en un pasado que es nuestro presente y muchas cosas más de aire trascendental que hasta tienen a la voz de Morgan Freeman como protagonista.
Oblivion no es mala en su estructura, ni en su ejecución (verdaderamente impresionante en sus efectos especiales) ni en sus interpretaciones (hasta Olga Kurylenko parece menos de relleno que de costumbre) pero tiene un problema: sus ganas de querer ser más de lo que verdaderamente es.
Me explico, la película avanza con buen pulso y entretenimiento hasta que en un momento dado trata de querer abarcar el terreno de la fábula y la metáfora, del querer pasar de ser un espectáculo a una cinta de las que te haga pensar y llevarte más allá y ahí es donde patina porque le viene grande.
A su director, Joseph Krosinski ya le pasó en su anterior (y única) cinta Tron: Legacy, el tono trascendental se le va de las manos y tiene un gran problema para mantener el pulso narrativo más allá de su pulso visual. QUiero decir, que cuando abrazas el paquete visual, cuando te fascinas por la acción y empiezas a ver lo que es realmente el argumento no hay nada novedoso o algo que no hayamos visto antes en otras cintas y su manera de contarlo acompañado de una partitura musical tratando de encontrar una épica un poco forzada hace que te derives hacia el aburrimiento.
¿Es entonces Oblivion mala? No, no lo es, pero no es tan buena como se cree y es una pena porque Oblivion arranca como una buena película de ciencia ficción con gran vocación para arrastrar y contentar masas pero se va perdiendo en su búsqueda de otros caminos que hacen que al final se quede sin una identidad propia. Una verdadera lástima que una película que podía haber aspirado a mucho más gracias a su gran reparto y su vislumbrante poderío visual se termine quedando en mucho menos de lo que aparenta querer ser.
Valoración: 6/10
Lo mejor: Su factura visual y el talante de Tom Cruise
Lo peor: Cuando se descubre el pastel es un mejunje de otras cosas ya vistas